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martes, 21 de diciembre de 2010

Otra historia más de amor


Era hace una vez en la ciudad metropolitana de Santiago en Chile vivía una pequeña niña, que era muy feliz, como todo niño sin tener noción cierta de lo que ocurría a su alrededor, Valentina. Ella vivía en un entorno conformado por una familia muy variada su padre Enrique venia de una familia muy grade debido a que cuando tan solo tenía 8 años falleció su madre  por lo que su padre se volvió a casar haciendo que el número de la familia creciera considerablemente. De ahí nos saltamos a la familia de su madre Del Carmen si lo vemos como un árbol genealógico es inmenso  el alcance de apellido en todo Chile, pero debido que en esos tiempos la familia se apartaba por disputas del pasado, su madre solo se crio con sus padres ya que ella era hija única, fue muy sobreprotegida. Valentina agradecía siempre el número inmenso de la familia que poseía, ya que cada día conocía algo nuevo de su vida por lo cual también podía conocer más de sí misma, poseía cualidades que la hacían destacar del resto, el cariño inmensurable que poseía por los suyos y la carisma que envolvía a cualquiera que solo compartiera un minuto de su vida con ella. Como es de esperar también vivió momentos tristes pero otra de sus cualidades era el olvido que la ayudaba de alguna forma a borrar por momentos  todo lo malo, aunque dentro de ella podía guardar su pena.

En la costa, exactamente la playa litoral de Santiago, San Sebastián vivió sus grades aventuras de niña. La imaginación amigo de todo niño la ayudaba a vivir momentos de terror y muchas risas que a nadie le vienen mal, su jabí en esos tiempos era causar terror a sus pares en esas noches de luna clara y frio intenso. Pero también le gustaba ayudar en lo que pudiera en cuidar a sus primos pequeños por lo que siempre era la responsable de ver que no se fueran tan al fondo de la playa y no llegaran llenos de arena a la casa, le encantaba sentirse mamá por un momento y cargar con responsabilidad no se le hacía problema alguno. Además con ello se sentía querida por sus primos menores que siempre la vieron como una mamá y amiga incondicional.
Ella no sabe en qué momento pero comenzó a acrecer, con ello también su noción de lo que es amor, tristeza, verdad y mentira. Lo que se puede hacer y lo que no, ella comenzó a odiar los limites puestos por los mayores y para no tener conflicto alguno prefirió encerrar en si misma algunos secretos mal vistos entre los demás, pero para ella eran tan preciados que guardarlos celosamente del resto no le complicaba demasiado. Su primer amor, para no ser menos, se tejió en esas aventuras de verano por la playa, y aunque intento hacer caso omiso a algún sentir, no pudo contra él, ese primer amor que para complicarle la existencia tenía que ser oculto, ya que no podía ser, ¿por qué? Simple, eran familia. Para complicarlo más él sentía igual pero como tan solo eran niños, la inmadurez era inmensa por lo que sufrían por tonterías que ahora de grandes pueden entender mejor.  Ella lo que más recuerda es una noche, que gracias a un corte de luz, el cielo como nunca se veía más estrellado en San Sebastián, como aun la familia no tenia sueño salieron al patio a compartir de la noche, se encontraban alrededor de una mesa, ella lo recuerda bien, por dos grandes cosas; una, compartía con su bis abuela que falleció y la segunda,  por qué hacia frio, por lo que se acurruco al lado de su amante en secreto.
 Estaban sentados a pares, su bis abuela estaba sentada en su cilla de ruedas cubierta por un chal que la cubría a ella y a su el primo menor Leo quien se quedo dormido, en el otro lado de la mesa estaba su abuela, ella se encontraba con un amigo de la familia conversando de la vida y frete de ellos yacía ella con su amado los cuales también plantearon una conversación. El chico la tomo de la mano bajo un chal que los cubría, para que la familia no sospechara nada raro, él  decía ‘que fácil es regalarle a una polola una estrella, pues es gratis y deja a la chica flechada de amor con solo ese gesto`, lo encontraba tonto, ilógico que las mujeres fueran tan fácil de agradar con ese gesto. Ella como siempre escuchaba con devoción lo que su amado opinaba y le respondió. Valentina  le dijo con una vos suave y avergonzada, que le encantaría que a ella le regalaran una estrella y que aunque en razonamiento es algo muy tonto con ojos de amor todo eso tenía razón. Él la miro por un momento, ella no quiso levantar la mirada porque se daría cuenta de que su piel tomo un color rojizo de vergüenza por contarle uno de sus secretos, pero él aunque pensaba distinto, al contemplarla pensó que frete a sus ojos ella brillaba más que las estrellas esa noche, que merecía más que una si no que todo el manto del cielo y se acercó más, desafiando los ojos ajenos que esa noche los podía contemplar y le dijo: ‘mira el cielo` ella miro el cielo y sintió que el calor se hacía más intenso en su cuerpo, y él le dijo:  ‘puedes ver esas estrella que forma una flecha, ves la que mas brilla al comienzo de ella` . Ella sospechando lo que venía a continuación y sin darse cuenta de que su corazón comenzó a latir más fuerte, le dijo: ‘si la veo, ¿que tiene?`. El la apretó con más fuerza de la mano y le dijo: ´es tuya, te la regalo, para que en las noches la busque y recuerdes que te quiero`. Ella lo mira, con esa dulzura que solo los amantes pueden sentir, lo contempla con esas ganas que siempre tiene de comenzar a besarlo sin que nada más importe que ellos, pero la indiferencia a sus ojos le hizo recordar que había más gente y no podían hacer más nada. Aun así ella no podía ocultar la sonrisa que se dibujaba en su cara esa noche que la hacía brillar más que nunca, porque no hay nada más bello que alguien que se permita amar.
Aunque Valentina advenga muchos momentos hermosos al lado de su amado  y creía con ansias que el día en que nada se interpusiera entre ambos  podrían ser felices, el destino le tendría más obstáculos para su futuro en el amor. A pesar de todos el tiempo no perdonaba y la lejanía entre ambos se hacia abismó para el amor que con celos guardaban. Cuando todo se creía perdido, como la flor en el invierno espera por el sol de primavera la vuelva a iluminar, volvió la brisa que sacudió el polvo que ocultaba la belleza de amarse y la segunda oportunidad para estar juntos se veía difícil pero no imposible para ambos. El tiempo ahora se ponía a su favor y la familia se apartaba para dejar en plena libertad a la voluntad. Los días se hacían gratos juntos, los momentos lejos solo permitían extrañarse para cuando se volvieran a ver se amaran con más ganas y eso que construían creciera. Hubo de todo un poco, altas y bajar, peleas y reconciliaciones exquisitas, tiempos largos y algunos muy cortos. Y en dos años se tejieron recuerdos inolvidables para esta pareja.
Pero como todo comienzo tiene un final, este no podía ser la acepción y un 11 de enero después de que Valentina se enredará en todo su mundo y no encontrara nada mejor que separarse de su compañero. Ese día él sospechaba que su amada ocultaba algo  por lo que  la tomo de la mano y dijo: “vamos a sentarnos creo que estas cansada”, ella en su interior le contestaba “creo que cansada de estar en esta situación”; llegaron a un parque donde había mucha gente pero encontraron un lugar para sentarse. Ahora era ella la que sostenía su mano, tomo un gran aliento y sus labios se movieron: “hemos vivido muchas cosas juntos, pero ahora todo pertenece al pasado, es mejor separarnos y dejar esto, no me digas nada si no crees que estoy en lo cierto”, espero un momento pero él no dijo nada, ella dijo: “adiós mi compañero de mi vida pasada”.  Ella se levanto de aquel asiento con la esperanza de que su mano la detuviera pero no ocurrió, después de varios pasos giro la vista hacia atrás y estaba sola; sus ojos se nublaron con  lágrimas, pero ya no había marcha atrás. Como dicen el tiempo cura todo y así  fue, aunque no podrían negar estos enamorados que sufrieron mucho ese día del adiós.
Hoy Valentina y su enamorado ven con nostalgia y mutuo agradecimiento todas esas aventuras vividas por ambos. Pero saben que a su corta edad hay muchas aventuras por vivir y con la convicción de que siempre podrán contar uno con él otro.
Fin…

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